Por estas noches, en mi casa, nos reunimos varias amigas mías para hacer un encuentro ameno por las fechas decembrinas. Aparte de una profunda y fecunda amistad de años, somos todas cuarentonas, profesionales; unas divorciadas, como yo, otras, solteras, y una viuda. Después de una riquisíma cena, un postre magistral, mientras hacíamos el
pousse café, nos dedicamos a hablar banalidades, el tema político del país - tema obligado- el chismorreo, el trabajo, la familia, los hijos, para finalmente sucumbir en el tema de tener una pareja.
Entonces, aqui aparecemos, las divorciadas, en su momento tuvimos que tomar la fuerte decisión de no continuar el proyecto de vida que una vez se construyó, de desmembrar una familia, por circunstancias diferentes pero con el mismo resultado. Somos tradicionales porque hemos sido criadas con valores conservadores, en favor de la tolerancia, la unión familiar, amas de casa, profesionales, espirítu optimista, comprometidas en todos nuestros roles. Las solteras, quizás menos conservadoras, personas valiosas en su intelecto y sentimientos, con menos condiciones de ceder espacios, propiciado por el aspecto de la independencia, pero no con menos ganas de construir una vida familiar. Sin embargo, todas de mayor o menos grado, sentimos esa necesidad de tener un compañero con quien compartir nuestras vivencias.
Las experiencias que cada quien narró, con muchos tintes de humor, en el fondo eran muy similares. Decíamos, que nos sabíamos como comportarnos, porque cada una en su ambiente, para conocer a alguien que se interesara en nosotras era algo casi titánico, porque aunque una quiere que la aborden, no se anda por ahi al acecho - aunque tengas la desesperación de que alguien lo haga- Control mental, decía una de ellas, no, malditos principios, decía otra. Estamos vejuconas, sentenciaba otra. Y otra por allá, añadía, es que antes de decir tu nombre, tienes que abrir las piernas, y soltábamos la carcajada. Lo que pasa, es que tienes que ser elásticamente comprensiva, sonrisa a flor de piel y media bruta porque si no eres una enrrollada, pregonaba otra por allá.
Pero finalmente, no entendíamos, desde nuestra perspectiva femenina, por qué podíamos levantar el interés de alguien pero a la postre no lograbámos establecer una relación que perdurara en el tiempo. Tomando en cuenta, que nos hemos liberado de algunos prejuicios y que lo que deseamos en un compañero, no un marido, por ello no llevamos enla frente, la palabra compromiso, pero si algo estable. Y la ironía que imprimíamos al comentar que nuestros respectivos "ex" si había conseguido relaciones más estables. Entonces decíamos a modo de chiste, que eran maldiciones que nos habían enviado por causa de haberlos dejado. Jajaja, creo que en parte es verdad.
Una de las presentes, se atrevió a narrar que tenía un admirador, conquista o no sabe qué, él con sus circunstancias, de que lo botaron de su casa, y que tenía 4 meses de separado, y 2 meses saliendo con él, un casi cincuentón. Yo que ya sé la historia, me sorprendió, que la hiciera pública, porque no quería que nadie se enterara, y la entiendo, porque la reputación de una mujer divorciada o soltera a determinada edad, es muy frágil y además te etiquetan de desesperada. Decía que se sentía peor que en la adolescencia, no sabía como comportarse, no sabía si era intensa o ligera, que él tenía una insistencia desmesurada, pero ella que no saber a que atenerse, trataba de proyectar una imagen de cierta displicencia, como que si el interés fuera muy limitado y que él lo ha resentido, pero que lo hace para no hacerse más ilusiones de las que ya tiene, hasta que no se defina su situación. Entonces observaba que complejo es el mundo de las mujeres, porque aunque tratemos de evitarlo, los sentimientos siempre nos dominan, aunque tratemos de controlarnos, situación que nos hace más daño, porque es luchar contra nuestra propia naturaleza con el plus de manejar la incertidumbre.
Una vez salí con alguien, que parecía ser alguien adecuado, pero yo veía con lupa algunas cosas, y me pasó lo mismo, controlar lo que quería entregar. En mi fuero interno estaba en un constante debate, que me conducía del paraiso al infierno en una sola pasada, no podía abstraer lo sentimental de lo emocional y aunque tenía conciencia de ello, de nada servía. Fuí bastante elástica, casi parecía indiferente. Tenía una amiga, consejera ella, que me decía vive y el momento y disfrutálo mientras dure, que palabras tan alejadas de la realidad y escuchando a mis amigas, me di cuenta, que aunque seamos diferentes en muchos aspectos, no podemos ver los asuntos del corazón como algo efímero o pasajero y mucho menos evitar involucrarnos por más que pongamos una muralla.
Sin embargo, aunque seamos muy ecuánimes para muchas cosas, para los sentimientos no, pero los años y la experiencia nos da un gran aprendizaje, ayudándonos a ser menos desbordadas quizás, en esta época de nuestras vidas, no sólo somos más plenas, sino que gozamos de una seguridad que se traduce en bienestar emocional, disfrutar más las cosas que ofrecen la vida, valorar los buenos momentos y no enquistarse en molestias triviales, ser más prácticas y hasta tener una sexualidad más placentera. Ubicarnos en nuestros roles, de una forma más balanceada, sin descuidar y sin renunciar a nuestra esencia, lo que nos hace ser más auténticas. Una etapa donde estamos dispuestas a brindar esa felicidad que tenemos de manera generosa, pero que añorar una pareja y no tenerla no es un asunto que nos coma el coco todos los días. O será que si nos come y no queremos reconocerlo?