noviembre 18, 2010

HUBIESE


Hace muchos años conocí un argentino de la pampa, por esas casualidades del destino.  La vida con sus caprichos, nos llevó a coincidir en lugares y circunstancias sin premeditación. El, ha sido una referencia en mi existencia, por su jovialidad, su optimismo, su desprendimiento, su humildad y sobre todo su bondad. Tuvimos una gran empatía, coqueteabámos con picardías inocentes, pero jamás llegamos a nada, o quizás a mucho sin dar ningún paso. Y así estuvimos durante años, y así estuvimos sin hacer nada que permitiera avanzar, quizás por la admiración mutua, el respeto o quizás porque no dimos la oportunidad. El, unos años mayor que yo, me daba grandes enseñanzas sin proponérselo, aprendí a ver más allá de lo tangible, de las emociones, de los hechos que pueden manipularnos sin intención pero con consecuencias. Aprendí que la libertad absoluta también puede ser una condena, que dependemos de objetos que en realidad no nos hacen falta, que la vida en su arrolladora marcha, es sólo conjunción de momentos únicos e irrepetibles que sólo valoramos cuando pasan y que en la ausencia es cuando sentimos la verdadera presencia. El, era una persona, autenticamente amable, con todos, no hacía distinción alguna y no esperaba nada cambio. A pesar de las dificultades, de las preocupaciones, siempre tuvo la palabra honesta sin herir y sin marchitar. Desde la ventana de mis memorias,viendo el paisaje de mi recuerdos, especialmente uno traigo aquí: Despues de un largo viaje,  llegamos un grupo de personas a casa de sus amigos, pedimos el baño para acicalarnos y bañarnos, maletas y bolsos por todos lados, entre risas y cansancio, cuando llegó mi turno, encuentro sobre mi maleta, una toalla blanquisima con unas zapatillas de baño y un jabón nuevecito y yo preguntaba de quién era, y él me respondió -es para tí-, es para cuidarte. Y con una sonrisa se fué, yo me quedé mirando un rato y pensando en ese gesto tan simple pero tan bonito. Quizás para él, algo de rutina, pero para mi fué algo grandioso. Pasado algún tiempo, me escribió para decirme que se cansó de esperarme. Me dió tristeza, y pensé que hubiese sido si me hubiese decidido. No nos contactamos más, cada quien siguió su camino. Hoy, después de mucho tiempo, en mis circunstancias y pensando por qué ocurren situaciones que no tenemos la capacidad de entender, me preguntaba, que hubiese sido si me hubiese atrevido... pero el hubiese es un tiempo que no existe.