Aqui en mi país estamos muy emocionados por la final España-Holanda. Vemos como venden banderitas de España y camisetas rojas (sin aluciones políticas) por todos lados, una celebración que nos acerca a todos.
Tradicionalmente el beisbol es el deporte nacional que mueve las pasiones, seguido por el fútbol y luego el basquetbol. La selección venezolana se llama la vinotinto y desde hace un tiempito atrás hemos tomado un poco de conciencia futbolera y nos hemos dedicado, a darle apoyo a éste incipiente equipo que de algunas maneras, aun cuando no levantamos cabeza, cosecha pequeños triunfos a nivel latinoamericano. Sin embargo dentro de nuestro corazoncito albergamos la fraguada esperanza de llegar a planos un poco más ambiciosos.
Obviamente hay grandes diferencias en otras culturas, yo veo por ejemplo en Argentina, cuando leo el Clarín virtual, las noticias futbolísticas se disputan las primeras planas noticieras, los programas deportivos tienen alta sintonía, donde un partido River´- Boca paraliza a todo el país y ver los movimientos de la Barra Brava que son hinchas que se las traen. Del otro lado del charco, está la liga europea, que dedicamos atención, por la gran influencia que tenemos de la masa de inmigrantes que vive en nuestro país, españoles, italianos, portugueses, que nos contagian con su emoción, así que no es raro, seguir la Copa del Rey, la Champion entre otros torneos. Yo, sin querer he estado en partidos, uno en el estadio Monumental en Buenos Aires y otro en el Camp Nou en Barcelona, y la emoción es indescriptible a pesar de toda mi ignorancia en estas lides.
Cuando empieza el mundial al no tener equipo patrio, nuestro corazón se vuelca hacia el sentir latinoamericano, siendo el destinatario de muchos el equipo de Brasil, y luego dependiendo de quienes vayan clasificando, nos orientamos hacia Francia, Alemania, Italia, España, este año le tocó a Uruguay por razones obvias, y no sé por qué razón Mexico, no compite en nuestro sentir.
En todo caso, el Mundial de Fútbol, es una razón que nos hermana a muchos a pesar de las distancias, nos vestimos de fiesta para celebrar, por unas semanas dejamos atras las diferencias, para ponernos en la defensa y aupar las simpatías por equipos que hacemos nuestros, llenamos albumes de barajitas, nos pintamos banderas en los rostros, maldecimos a los árbitros, hacemos reuniones temáticas, ya sean italianas, españolas, argentinas, con con comidas y vestimentas que dicen por sí solas a quienes vamos apoyando en cada partido y nos entristecemos o nos alegramos según como haya sido el resultado de cada partido.
Hoy mi corazón va apoyando a España, país que adoro y donde se merecen haber llegado a una final que está infartante. Espero que el famoso molusco de Oberhausen, el Pulpo Paul no se equivoque. A pocas horas del partido, espero que la victoria sea para mi equipo. Y Olé, guapos!!!!!!!!!!!!!!
Volveremos a compartir, en el 2014 en Brasil de esta emocionante y contagiante fiesta deportiva que nos hace vibrar en cualquier parte del mundo.