julio 10, 2011

TIEMPO

                                                       Tiempo. Esa es la palabra mágica, tiempo.
Hace rato que no cuelgo nada, porque no tengo tiempo. Sentía una ganas irreflenables de escribir, de expresarme, de revisar y curiosear los blog de mis amigos blogueros, que me nutren, me enriquecen, pero no tuve en mi haber ese elemento.  Tener que aceptar hacer las cosas cuando puedo y no cuando quiero, es como si me condicionaran, como si no tuviera libertad de acción. Tener que repartime y no compartirme, es la diferencia. Quien inventó eso de la calidad del tiempo, y no la cantidad, efectivamente es porque conoce el verdadero significado de esa carencia, es una manera muy politica de justificar lo que no se tiene. Priorizar, organizarse, ordenarse,quizás es que soy una anarquista y no lo logro.
No creo que la tecnología pueda ser una gran aliada, nos ata,  paradójicamente me permite estar cerca de lo que están lejos, pero me aleja de los que tengo cerca.  Es un verdadero tedio a veces, al salir con otras personas  pareciera un blackberry meeting, todos con el telefóno al lado de los cubiertos, pendientes de los pin y de los mensajes, sin poder tener una conversación tranquila, con atención, sin mirarse a los ojos, sin enfatizar. En las reuniones familiares, cada vez menos, por todos los compromisos, con el trabajo, con los amigos, con las otras actividades, se está en presencia, pero con la mente lejos. 
Yo recuerdo en mi adolescencia, que mis domingos los pasaba en casa, porque lo único que abrían eran los cines, o se iba a ver una peli o uno se quedaba en casa, no existía esa ansiedad de salir, de ir de compras, era el momento de leer, de levantarse tarde, desayunar tranquilo en familia, de alguna visita en la tarde con un café y algun rico bizcocho casero, ahora todo es más elaborado y también más apurado. Recuerdo mis almuerzos cotidianos en familia, donde entre tertulias que a lo mejor no me incumbían, al menos sentía la presencia de mis seres queridos. 
Nos perdemos en el tráfico, quizás aislados,  pero todos con el móvil pegado en la oreja. Ni de vacaciones,  ni con el mejor de los ánimos podemos alejarnos, que ironía.  Cuando fué que dejámos de estar solos, solos con uno mismo, con su propia compañia, ahora no hay tiempo ni para eso, no nos gusta estar con nuestros pensamiento?. El facebook, una revolución, una manera de concentrar los mejores momentos y exhibirlos, de exponerlos, para contar lo bueno de la vida a los otros que no vemos y a otros que apenas son conocidos, un resumen expedito de expresiones, fotos y recordatorios, que a la postre no es malo, pero tampoco desprende el afecto y de alguna manera nos mantiene fuera del contacto cara a cara. Los mensajes de textos, que poco a poco sustituyeron las llamadas de cariño, de pesáme, de temas trascendentes... cómo es posible que uno pueda endosarle emoción y sentimiento a un mensaje escrito?, creo que esas cosas nos han superado, no hay compás para hacer un adecuado balance.
El trabajo. Hacemos todo por el trabajo, necesitamos trabajar, y con el resto del tiempo que nos queda, es un poquito para cada uno de los afectos. Entregamos a los hijos al cuidado de otra persona, y los metes en mil actividades, no sólo para que se eduquen, adquieran habilidades, competitividad, sino porque uno no está con ellos, nuestra presencia es insustituible, pero así como nosotros nos adaptamos en nuestra niñez a lo que nos tocó, ellos también se adaptarán a lo suyo, sòlo queda preguntarse que tipo de adultos serán mañana. Cómo le transmitimos el sentido de pertenencia.?
Lo mal que se siente uno cuando se entera que alguien murió, y viene toda esa lamentación  y remordimiento de lo que no se dispuso en vida, por estar en otras cosas, igualmente necesarias, importantes en ese instante y te viene a la memoria como un film, que fué lo que pasó, cual fué el impedimento?
Ahora, todo se vive tan rápido, tan fugaz, que apenas dura momentos en nuestro recuerdo para rápidamente ser sustuído por otros hechos, otras circunstancias, no podemos retener esos momentos en detalles, son como ráfagas de situaciones y personas, que se perpetúan en fotos para poder hacer la memoria que lo que se vivió. A veces para no agobiarse, uno se vuelve indiferente para blindarse, pero hay que tener cuidado con volverse insensible, en la rápidez de los acontecimientos no nos permiten fijarlos en nuestra  mente y menos en nuestro corazón. 
Quisiera tener tiempo, pero como un amigo, no como un tirano, el cual me demuestre poder disfrutar plenamente de todo lo que ocurre en la vida y de todas esas personas que uno lleva en los sentimientos, de llenar el saco de la memoria de todas esas cosas que nos van pasando y vamos capitalizando. Nada se repite igual, ni ocurre dos veces.