octubre 19, 2011

Te espere y te fuiste sin despedirte...

Hace tiempo que no escribo, y hoy lo hago motivada quizás porque he sido abordada por mis propias nostalgias y removida por un amasijos de sentimientos que salen de lo mas profundo. Hace 8 anos yo perdí a mi primer hijo. Es un dolor tan intenso que a veces uno tiene la fortaleza de sumergirlo para que no lastime, pero a veces las circunstancias hacen que salga a flote sin poder evitarlo.
En el momento de mi embarazo, yo me encontraba en la encrucijada de tomar decisiones que no podían postergarse, pero ese sublime hecho logro que dejara aun lado lo que finalmente no pudo evitarse. La alegría infinita de saber que iba a ser madre me lleno de un mundo de expectativas, de ilusiones y proyectos que se fueron a la tumba junto con ese angelito que vino con una misión de amor, unión y cambios, pero que el destino sentencio con su ausencia.
El embarazo es una etapa llena de un carrusel de emociones, para todos los que se vinculan con el, ni en el peor de los casos, nadie se imagina que puedas perderlo, el mayor temor es que no sea sano, pero la muerte no es algo que te lo planteas, sin embargo aunque el hecho de embarazarme fue inesperado, fue una muy grata sorpresa, que me ilumino desde adentro hacia afuera, donde sentía que un milagro crecía dentro de mi, donde eramos dos en uno, una presencia que me acompañaba a todos lados, pero que también convirtió un regalo de la vida, en un motivo de desilusiones, desengaños y decepciones.
A pesar de esas circunstancias, sin el menor esfuerzo, lograba mantener el equilibrio, el optimismo y la alegría. Alimentaba cada día, con amor, con palabras, hechos, ese gran proyecto que cada día, sentía con vida dentro de mi. Y así transcurrieron los 9 meses, intensamente vividos.
Al final, luego de un indeseable almuerzo navideño, no me sentía bien, pesada, ya casi era el momento de que mi bebecito viera la luz. Esa noche tuve una discusión terrible, pase la noche llorando sin cesar, no sabia que mi bebe también se estaba despidiendo, era un momento de una tristeza indescriptible, hasta que finalmente me dormí.
En la madrugada sentí los dolores, salimos todos felices a esperar el momento, en la clínica al revisarme el doctor, al ver su rostro, le dije, mi bebe se murió, verdad? Solo su cabeza pudo atinar afirmativamente, en ese momento solo quería morirme, no me salia una lágrima, solo pensaba en la desolación que podía sentir mi madre al saber esa villana noticia. 
Todo paso, rápido, no voy  subrayar los detalles, me quede una semana en la clínica, no quería ir a mi casa, era plena navidad. No quería ver su cuarto, su cuna, su ropa, sus juguetes. Ni tanto demerol, me pudo contener las lágrimas que derramaba en las noches, tenia los ojos tan hinchados en la mañana que parecía asiática. En el día no daba muestras de nada, no quería que mi madre fuera testigo de tanto sufrimiento. Bendito demerol que me ponía en disposicion a ser una diurna insensible.
Después de ese hecho que guardo en mi corazón y mis recuerdos, algo se me rompió por dentro. Cada vez que tengo un proyecto, me da un temor incontrolable que no se cumpla, pero también me hizo redimensionar la vida, los afectos, la manera de ver a otros, las reacciones, en fin, una suspicacia involuntaria que se despierta ante lo mas leve.  
Nadie podía entenderme, y eso no lo podía comprender. Porque aunque el vivió dentro de mi, no nació, y para muchos no existió, por lo que me lastimaba terriblemente que minimizaran mis sentimientos. Es un hecho que pone a prueba tu relacion de pareja, la de tu familia, la de tu entorno. Sucedieron muchisimas cosas y aunque me incorpore rápidamente a mis actividades, lo hice como una reacción porque era un asunto de sobreponerse o quedar mutilada terriblemente.
Los médicos suelen volverse un poco insensibles, lo entiendo, ellos conviven con eso, lo veían como un asunto de la vida, una estadística, y en una vivencia que de una manera u otra, se puede superar.
Aunque parezca frívolo, mi verdadero consuelo lo encontré por internet, a través de una web para padres con perdidas neonatales y perinatales.
Ahí encontré a muchas madres, desoladadas, incomprendidas, irracionales por el dolor, donde teníamos el espacio para ventilar y dar espacio al dolor, a la frustacion, a la perdida irrecuperable, donde hablabamos el mismo idioma y teníamos la capacidad de darnos animo ante hechos y palabras que a muchos les pudieran parecer absurdas. Lo diferente a otras perdidas, es que uno se queda con ningun rostro, ningun recuerdo vivo, solo con lo que tienes en tu imaginacion, todo es abstracto.
No solo logre mi ayuda para poder sanar, sino que también tuve la capacidad de poder apoyar a otras en la medida que el tiempo pasaba anestesiando lo que estaba sintiendo. Este ultimo aspecto es muy importante, porque alguien que pasa por estas circunstancias esta muy sensible, capaz de hacer cualquier cosa, pudiendo dañar, sin querer, a las personas mas cercanas, porque uno no esta  ni apto ni saludable para enfrentar las situaciones mas simple que se presentan.
Esta situación suele ocurrir con cierta frecuencia, no importa, si uno tiene un mes, tres meses, seis meses o a termino del embarazo, el dolor es el mismo. El acompanamiento a una persona que pasa por estas circunstancias es importante, una palabra, un hecho mal manejado, puede ocasionar que alguien no quiera intentar ser madre otra vez.
Es una gran responsabilidad, por ello, que cuando ya se ha aprendido a convivir con ello y ese dolor se atenúa, a veces dejamos en el aire a otras personas que recién pasan por esas circunstancias, no ha sido mi caso, pero me toco adoptar a otras madres que en ese camino quedaron huerfanas de un consuelo, porque quizás las obligaciones de aquellas que iniciaron la tarea no pudieron completarla. En esos momentos uno esta ávido de atención, de comprension, de consuelo, a veces ha sido agobiante, porque también es un revivir constante de lo que has pasado. 
Consiente de ello, tome la decisión de retirarme, porque también, felizmente tuve mi otra hija, que necesita de su mama, y porque es una labor que requiere de atención y dedicacion, aunque no las conozcas, pero yo en agradecimiento eterno, me dedique 5 anos a consolar y ayudar a estas mamas que tenemos ángeles en el cielo.  A veces paso y leo los testimonios, pero evito la tentacion de responder, porque no tengo el tiempo suficiente para esa humana tarea de ayudarlas a enfrentar ese trance.
Siempre estaré agradecida a esas mamas, de diferentes nacionalidades, que me dedicaron su tiempo, para ayudarme, escucharme, estar ahí, en mis momentos mas oscuros, me devolvieron algo muy valioso, la esperanza. 

Nota: este post se lo dedico a Renata, donde quiera que estes. No la conoci, pero tuvo el valor de embarazarse 4 veces y todos por diferentes circunstancias, los perdio. La ultima vez que escribio, fue cuando solto esta lapidaria frase "Ya no mas, estoy esteril como el desierto" Luego se quito la vida.  

7 comentarios:

El Drac dijo...

Qué fuerte tu entrada, a veces Dios en su gran sabiduría es incomprensible para los que lo amamos; pero no desmayo y tengo fe a pesar de las desgracias.

Un fuerte abrazo

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Regresas con una extraordinaria entrada...!

Un placer leerte de nuevo, querida amiga.

Un abrazo enorme.

El Gaucho Santillán dijo...

Amiga, un gusto que escribas nuevamente.

Tu historia es muy fuerte. Sè como es eso.

Pero aceptemos la vida como se da. No se puede hacer otra cosa.

La frase de Renata me conmoviò.

Un abrazo.

Rochies dijo...

tenía muy presente tu historia, a pesar de que recién hoy conozca sus detalles. Sé que también estuvo de escenario mi ciudad en aquella etapa, no recuerdo cómo pero sé que fue así.
sos un sol absoluto. se trasluce en cada letra, en cada pausa, en cada una de tus elecciones de vida, en tu pensamiento hecho palabra y acción, mi gemelita querida.

Antonio dijo...

No sabes como empatizo contigo, sin ser mujer... Tu relato está cargado de emoción y es un plato excelente para reflexionar sobre la vida...
Besos y bienvenida de nuevo, se te echa de menos...

MoiZés AZÄÑA dijo...

De pronto vamos perdiendo algo, no sé, algo. Siempre, a cada instante. Quizá la fuerza, quizá la esperanza. Por ejemplo, la recurrencia con que antes colgábamos cosas en el blog, la recurrencia con que visitábamos y comentábamos otros blosg. Algo se va disipando. Como si algo nos aplastase o como si saliéramos de ese camino por salir simplemente. Las cosas nos llegan, las recibimos o las rechazamos. Pero hay cosas que no podemos elegir. Presumo que una de esas fue aquello que cuentas. Desde aquí un abrazo. Y cuánto me gustaría que este abrazo no quedé en meras palabras, realmente me gustaría sentir en tu abrazo tu humanidad, tu sensibilidad y que, si puedes, también sientas la mía.

AZAÑA ORTEGA

P. D.: La nota final, pese a su falta de tildes, es conmovedora.

MoiZés AZÄÑA dijo...

Ah, me olvidé. No dejes de escribir.

AZAÑA ORTEGA