agosto 24, 2009

La enseñanza a ser sensibles

Esta soy yo, con mi preciosa nena, sonrientes y satisfechas despues de contribuir en una jornada en beneficio de los niños con cáncer. Como un día domingo, puedes convertirlo en algo provechoso ayudando a que otros le llegue un recurso para aliviar un poco la tremenda pena que pasa unos padres cuando ven a sus hijos con esta terrible enfermedad.
Esto tiene otro trasfondo, el que enseñemos a nuestros hijos a ser sensibles ante el dolor ajeno, a la consideración, asunto que no sólo podemos enfocarlo con palabras, pues a tan tierna edad hay conceptos que ellos no manejan y que cuando crecen es más dificil involucrarlos en ciertas situaciones, pues ya tienen otros intereses.
Con ocasión de enviar una donación a estos niños hasta el ala pediátrica de un hospital público, me llevé a mi hija. Quizás pueda verse morboso y hasta cruel, pero en esos lugares las emociones y las situaciones están muy contenidas, por lo tanto, lo que se ve, es las intenciones de todo el mundo, en hacer esos momentos de dolor, algo más llevadero. Mi hija, curiosa, preguntaba porque los niños estaban calvitos, con cablecitos y yo en un lenguaje sencillo, le explicaba que estaban enfermitos y que allí era un lugar para que pudieran estar mejor. Me preguntaba si les dolía, si estaban tristes, yo le decía que algunas veces si y otras veces mejoraban, pero en ese lugar era para que estuvieran bien. Ella les entregaba las donaciones y les decía, esto es para que estés mejor. Yo observé como se conducía y sobre todo luego de esa breve visita, me dijo que se sentía muy bien de ver como los niños enfermitos sonreían y se sentían mejor.
Los niños, imitan, perciben, repiten; para mi como madre, estar con niños que viven con estas circunstancias es un duro golpe por la realidad tan devastadora que encierra este contexto, pero en su universo infantil, las cosas se ven en un solo plano. Hay otras experiencias que ellos asimilan de manera más impactante, las discusiones entre los padres, un animal muerto en la vía, los niños en su pobreza revisando basura y pare de contar, pero quizas algunos ejemplos, no digo que ésta sea el único, ni el mejor, les permite ver a ellos que hay otras personas en situaciones diferentes, donde la alegría está ausente, la esperanza es sólo un hilo muy delgado y tender la mano al que lo necesita es un gesto hermoso de humanidad. El deber ser.
El ser sensible, el tener compasión, el ser solidario, tolerante, abierto, se hace no se nace, son valores que hay que inculcarlos, en este mundo contemporáneo donde las personas con existencias dificiles, indignas, violentas, la miseria, es algo más palpable, realidades que son imposibles de ocultar. Hay que cambiar los paradigmas, todo es dinámico, todo cambia. No juzgo los padres que evitan que sus hijos se acerquen a situaciones de esta naturaleza y de muchas otras, con la mejor intención, pero quizás por éstos y otros aspectos, sean los adultos indolentes e indiferentes ante la precaria existencia de otros que no gozaron de mejores oportunidades.
No sólo es el amor, la buena casa, la mejor educación académica, la vestimenta, lo que los ciudadanos del mañana necesitan satisfacer, eso lo podemos controlar, son las otras cosas que escapan de nuestras manos. El porvenir del mundo ahora es algo incierto, no es pesimismo, ni fatalismo, es brindarles herramientas para forjarles el carácter para afrontar mejor la vida ante otros hechos de la vida que son indetenibles.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces es dificil ver la manera más adecuada en transmitir a nuestros hijos los valores. Pero se hace el esfuerzo y ellos en su vida adulta tendrán que hacer la elección sobre la manera en de cómo quieren vivir y como quieren que sea el mundo. Una foto muy bonita.

Melan dijo...

Circe, tu enseñanza como madre fue la más acertada a mi entender, el sufrimiento de esos niños es inmenso y que tu hijita, gracias a Dios sanita, lo haya conocido, logra en primer lugar que el niño enfermo no se sienta tan aislado, tan solitario y rodeado siempre de médicos y enfermeras que con la mejor intención, por supuesto, pero lo están agrediendo constantemente. De golpe que un niño venga a traerle un regalo y una sonrisa, ayuda y mucho a su recuparaión.
Y desde el punto de vista de tu hijita, ella aprenderá así a darle más valor a lo que cotidianamente no valoramos hasta que nos falta, por ejemplo la salud. Es una gran enseñanza de valores humanos la que le diste a tu hija que de ninguna manera afectará a su sensibilidad infantil, todo lo contrario irá formando un adulto sensible al dolor humano. Te lo dice una madre que estuvo del otro lado del hospital público, del lado del niño enfermo. Por ellas, me siento con derecho a decirte Gracias! Un abrazo a las dos.

Circe La Hechicera dijo...

Hola Melan, cuanto aprecio y valoro tus profundas palabras, si no hacemos a nuestros hijos sensibles al dolor ajeno, no podrán ser seres solidarios. Siempre paso por tu casa virtual,donde brindas tanto conocimiento y tanto sentimiento. Gracias por visitarme, Cariños